Nº Inventario: 3 I 03
Autor: Taller Domenico Ghirlandaio (Florencia, 1448-94).
Tema: Adoración (Tipo Brozzi).
Datación: Florencia, circa 1485.
Técnica y soporte: Temple sobre Tabla.
Medidas: 68 x 41 cm. (superficie pintada)
71 x 45 cm. con marco original
87 x 60 cm. con marco de los años 1990
Descripción y Comentario: Adoración de la Virgen (Tipo del fresco de la Iglesia de San Andrés en Brozzi, en los alrededores de Florencia).
Composición vertical rematada en arco. Tabla de álamo pintada al temple, como era característico en el último tercio del quattrocento italiano.
La tabla representa a una Madonna adorando al Niño, arrodillada, completamente absorbida por la admiración y afecto hacia el Niño. Su rostro es dulce, sereno, tierno y solemne a la vez. La luz ilumina el rostro aumentando la sensación de serena dulzura y paz infinita. Preciosa la rubia cabellera cubierta por un transparente y delicado velo, de gran similitud con el rostro de la Virgen de la Visitación del M. del Louvre (Foto 1). Su belleza no se consigue con la idealización del rostro, como ocurría en la Edad Media, sino con naturalidad y verismo. Así, nos encontramos con una Virgen de rostro dulce, reflexivo, tierno y sereno. Sus manos, cadenciosas, tienen un valor musical. En primer plano domina el manto azul ribeteado en oro, que cae, en perdidos pliegues por la oxidación del pigmento utilizado (lapislazuli), cubriendo la túnica roja, y abotonado por un broche de rubí y perlas que Guirlandaio, gusta de repetir en numerosas de sus obras (Virgen de la Galería de los Ufizzi, Adoración de los Magos, Visitación del Louvre, Retrato de G. Tornabuoni del M. Thyssen, etc.).
El Niño, desnudo, sentado, con dulce expresión, pensativo y alegre, muestra sus rubios y ensortijados cabellos. Se lleva el dedo índice de su mano izquierda a rozar el labio inferior. Por encima de él, aparecen las cabezas del asno y buey, que comen mientras lo calientan con su aliento.
El fondo, lo cierra el muro de la choza que se cubre por una techumbre de paja a doble vertiente, lo que demuestra un indudable interés por la representación tridimensional y de la perspectiva.
El paisaje sirve al autor para mostrarnos dos escenas más; a la derecha, el Ángel anuncia el nacimiento de Jesús a los pastores; a la izquierda, un paisaje de relieves escarpados dan paso a una ciudad de apariencia más nórdica que toscaza, en la que un pequeño cortejo de tres hombres a pie y otros tres a caballo, desciende por el verde prado, de indudable influencia de Venoso Gozzoli. Este último cortejo nos hace dudar entre los Magos con sus pajes; o, que se trate más de una escena inspirada en la vida cotidiana del campo, de las que Ghirlandaio gustaba representar en los fondos de sus obras.
En febrero de 1996, Everett Fahy, presidente de European Paintings en el Metropolitan Museum of Art de New York, escribío que esta Madonna adorando al Niño, dependía del estilo de Ghirlandaio y apuntó que este tipo de composición suele denominarse del “tipo Brozzi” porque dicha composición parece haberse empleado por primera vez en una capilla pintada al fresco en Brozzi, en las afueras de Florencia. Esta composición es un reflejo exacto de la Madonna y Niño del retablo de Ghirlandaio de 1485 en la capilla Sassetti: bajo el techo de paja de un establo, delante de la vista de una ciudad amurallada junto a un ancho río, la Madonna esta arrodillada con las manos apretadas en adoración del Niño Jesús, quien descansa sobre un fardo de heno; a la izquierda esta sentado San José con la cabeza mirando hacia la izquierda; un buey y un asno miran por encima del hombro de la Madonna (Foto 2). Anteriormente este tipo de adoraciones, según Everett Fahy, se atribuían al cuñado de Ghirlandaio, Bastiano Mainardi (1466-1513), pero ahora que su obra esta claramente definida, seria prudente atribuirlo al “Circulo de Ghirlandaio”.
En octubre de 1998, Everett Fahy, atribuye esta obra a Ghirlandaio y su taller, apoyándose en los trabajos de Lisa Venturini, “Il Maestro del 1506: la tarda attività di Bastiano Mainardi”, Studi di Storia dell’Arte, nª 5-6 (1994-5), pág. 123-183. Varios cuadros basados en el mismo diseño que esta Adoración, se habían atribuido tradicionalmente a Mainardi, pero ahora que la obra de Mainardi ya había sido definida por Lisa Venturini, las Adoraciones del llamado “tipo Brozzi” deben atribuirse a Ghirlandaio y su taller. La calidad de ellas, es lo suficientemente alta para que supongamos que Ghirlandaio mismo, ejecuto las mejores partes de ellos.
Domenico Bigordi o Domenico Curradi, más conocido por el apodo Ghirlandaio (Florencia, 2 de junio de 1448– 11 de enero de 1494), fue un pintor cuatrocentista italiano. Entre los muchos aprendices que se formaron en su taller, destaca sobre todos ellos Miguel Ángel.
Trabajó sobre todo en su ciudad natal Florencia, encontrándose entre los protagonistas del Renacimiento en la época de Lorenzo el Magnífico. Hacia 1480 se convirtió de hecho en el retratista oficial de la alta sociedad florentina, gracias a su estilo preciso y amable. Jefe de un nutrido y eficiente taller, en el que dio sus primeros pasos en el campo del arte un Miguel Ángel de trece años. Domenico es recordado sobre todo, por los grandes ciclos de frescos, como son algunas escenas de la Capilla Sixtina en Roma, la Capilla Sassetti y la Capilla Tornabuoni en su ciudad natal. Domenico formó parte así de la llamada «tercera generación» del renacimiento en Florencia, junto a maestros como Verrocchio, los hermanos Pollaiolo y el joven Sandro Botticelli.
Sus hermanos Davide y Benedetto fueron también pintores activos en su taller. La medio hermana de Domenico, Alessandra (nacida en 1475) se casó con el pintor Bastiano Mainardi en 1494. Su cuñado Sebastiano Mainardi de San Gimignano, se especializó en Adoraciones, con composiciones inspiradas en las realizadas por su maestro Ghirlandaio. También el hijo de Domenico, Ridolfo, fue un importante pintor activo en la Florencia del renacimiento tardío.
La principal fuente sobre la vida de Ghirlandaio es la biografía que de él escribió Giorgio Vasari en sus Vite. Si bien está redactada alrededor de setenta años después de la muerte del pintor, es exacta y completa, aunque sujeta a juicios demasiado elogiosos, debido a su aprecio personal por su arte.
El apodo de Ghirlandaio (fabricante de guirnaldas) le llegó a Domenico por parte de su padre, que fue joyero con taller en via dell’Ariento (esto es, «dell’Argento», de la plata, por el nombre de los numerosos orfebres). Era conocido según Vasari, como creador de guirnaldas, las cuales llevaban como adorno sobre la frente las jóvenes florentinas, aunque no está claro si fue él el inventor de dicho adorno.
Domenico trabajó como aprendiz de un joyero o un orfebre, probablemente su propio padre. Vasari cuenta cómo Domenico se dedica contra su voluntad a la profesión del padre, prefiriendo más a menudo pasar el tiempo retratando a los paseantes. Al final el padre debió renunciar al proyecto de destinar al primogénito a continuar la actividad familiar, concediéndole el dedicarse al aprendizaje de las técnicas artísticas, en particular la pintura y el mosaico, poniéndolo de aprendiz con Alessio Baldovinetti. Baldovinetti es un artista refinado, intérprete del legado florentino y de las influencias flamencas (Rogier van der Weyden y sobre todo, en aquella época, Hans Memling y Hugo van der Goes), capaz de revalorizar el paisaje, dándole dignidad de protagonista de la representación a un simple fondo.
Según Gunter Passavent fue aprendiz en Florencia de Andrea del Verrocchio, que tenía uno de los talleres más activos de la ciudad, donde se estaba formando la posterior generación de los artistas, con aprendices del calibre de Sandro Botticelli, Perugino, Lorenzo di Credi y, algunos años después, Leonardo da Vinci. Además, debieron tener cierta influencia en su estilo Benozzo Gozzoli, de vivaz gusto narrativo, y Filippo Lippi, con la predilección por el diseño y los colores mórbidos.
Pasó su juventud en total anonimato, hasta el punto de que no se le conoce residencia fija ni siquiera a una edad tan tardía como los treinta y un años. Los años siguientes, entre 1480 y hasta su muerte en 1494 a un edad relativamente joven, fueron sin embargo extraordinarios, y durante ese tiempo se convirtió en el pintor más hábil de su tiempo. Continuamente ocupado durante ese tiempo, produjo una obra numerosa y de una calidad excelente, no conociéndose, sin embargo, ningún trabajo en los tres últimos años de su vida, es decir, posteriormente a 1491.
En el año 1472 se inscribió en la Compañía de San Lucas de los pintores, certificando el final de su aprendizaje. Los primeros trabajos independientes de Ghirlandaio están en las iglesias del campo alrededor de Florencia.
Pronto el artista gozó de los favores de la rica familia de los Vespucci, aliados de los Médicis, pintando para ellos una Virgen de la Misericordia y una Pietà en su capilla en la Iglesia de Ognissanti en Florencia. En el grupo de personajes protegidos por el manto de la Virgen se encuentra el joven Américo Vespuccio, célebre navegante. En estas obras la personalidad artística de Domenico aparece ya bien definida, sobre todo en lo que se refiere a su vivaz descripción de los rasgos fisonómicos, indagados con fidelidad, que representan así de manera diferente cada personaje.
Ghirlandaio produjo frescos para la capilla de santa Fina (1475) en la toscana, Colegiata de San Gimignano que pasó bajo dominio de la cercana Siena a comienzos de los años 1350. Se trata del primer gran encargo que de él se conserva, en la que se manifiesta pleno su estilo personal y maduro. En San Gimignano conoció a Sebastiano Mainardi, que se convirtió en su colaborador y se casó, algunos años después, con la hermana de Domenico, convirtiéndose así en su cuñado.
En el año 1475 Ghirlandaio, con su hermano David, se debía encontrar en Roma, trabajando en la Biblioteca Vaticana, donde está documentado, si bien los frescos se han perdido. En los círculos romanos fue acogido por los banqueros florentinos allí residentes, entre los que sobresalían los Tornabuoni, en particular Giovanni, jefe de la filial local del Banco Médicis y tesorero de Sixto IV.. En Roma hizo los dos retratos de Giovanna Tornabuoni, mujer de Lorenzo, hijo de Giovanni, también fallecida prematuramente. Retrato que se conserva en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid; anteriormente en la Bliblioteca Morgan (Foto 3).
En 1480, de vuelta en Florencia, se casó con Costanza di Bartolomeo Nucci, de la que, en 1483 tuvo un hijo, Ridolfo, después apreciado pintor en la primera mitad del Cinquecento. En total se casó dos veces, la segunda con Antonia di ser Paolo Paoli en fecha no precisada, y tuvieron nueve hijos.
En el año 1481, a sugerencia de Lorenzo el Magnífico, un grupo de artistas florentinos fue llamado a Roma por el papa Sixto IV para ejecutar los frescos del grandioso proyecto de la Capilla Sixtina, sellando la reconciliación del papa con Florencia y los Médicis. Con Ghirlandaio partieron Sandro Botticelli, Cosimo Rosselli y el Perugino, entonces florentino de adopción, que quizá se encontraba ya en Roma. Cada artista iba acompañado por un amplio número de ayudantes, entre los que había algunos como Luca Signorelli, el Pinturicchio, Filippino Lippi, Piero di Cosimo. El tema de los frescos era una celebración del papado a través de las Historias de Moisés y las Historias de Cristo, puestas en paralelismo para subrayar la continuidad del mensaje divino que de la ley judaica viene recuperado en la figura de Cristo y de esto transmitida a Pedro y de ahí a sus sucesores los pontífices. La empresa, por lo que se refiere al primer grupo de pintores, fue llevada a término rápidamente, en el año 1482.
Regresa a Florencia, y emprende en la iglesia de la Santa Trinidad y en Santa Maria Novella las obras que van a confirmar su fama. Los frescos de la Capilla Sassetti en la iglesia de la Santa Trinidad fueron un encargo del donante y banquero Francesco Sassetti, el poderoso administrador de la rama de la banca Médicis en Génova, un cargo posteriormente desempeñado por Giovanni Tornabuoni, el futuro mecenas de Ghirlandaio. El retablo de la capilla Sassetti, La Adoración de los Pastores, se encuentra ahora expuesta en la Galería de la Academia de Florencia (Foto 4).
Inmediatamente después de haber terminado esta obra, se le solicitó que renovara los frescos del coro de Santa Maria Novella. Este coro era parte de la capilla de la familia Ricci, pero las familias Tornabuoni y Tornaquinci, ahora mucho más ricas que aquella, se hicieron cargo de los costos de la restauración con algunas condiciones, como el tener que conservar los escudos de los Ricci, lo cual dio lugar a lo que algunos historiadores describieron como divertidos litigios. Los frescos de la Capilla Tornabuoni, por Ghirlandaio y varios ayudantes, están dispuestos en cuatro ciclos a lo largo de tres paredes, siendo los temas principales las vidas de la Virgen y de Juan el Bautista. Añadido a su interés artístico, estas obras son particularmente interesantes por los numerosos retratos, los cuales cuentan con un valor histórico intrínseco debido al conocimiento iconográfico de los personajes, además de su valor técnico por la especial capacitación del Ghirlandaio para el retrato.
Se relaciona con dichos frescos, el Retrato de Giovanna Tornabuoni (1488)( Foto 3), del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, único ejemplo, junto la obra que nos ocupa, de Ghirlandaio en España.
Otro trabajo notable es la Adoración de los Magos de 1488 en la iglesia de los Inocentes (posiblemente su mejor creación) (Foto 5) y finalmente la Visitación conservada en el Museo del Louvre y que es probablemente su última obra, de 1491(Foto 1).
Domenico Ghirlandaio murió de «fiebre pestilente» el 11 de enero de 1494, y fue sepultado en la iglesia de Santa María Novella. El día y mes de su nacimiento se desconocen, pero se dice que murió a principios de enero de su año 45º. A lo largo de su vida se casó dos veces y dejó seis hijos, de los cuales tres fueron varones. Uno de ellos, Ridolfo continuó con el taller paterno y se convirtió en un destacado pintor. Tuvo una larga y honorable línea de descendencia, que llegó hasta el siglo XVII, cuando el último miembro de su linaje abrazó la vida monástica. Es probable que Domenico muriera en la pobreza, y todos los datos que se conocen de su vida parecen indicar que fue un hombre gentil, honorable, concienzudo y de notable diligencia.
El valor artístico del Ghirlandaio puede considerarse superior a todos sus precursores y contemporáneos, conformando junto con Giotto, Masaccio, Filippo Lippi y Botticelli el elenco de los más grandes pintores italianos del Renacimiento. Su esquema compositivo es grandioso y decorativo, como corresponde con la experimentación clásica y contenida del siglo XV. Su claroscuro, en el sentido de sombreado realista y reflejo de las tres dimensiones, estaba razonablemente avanzado, como lo era su técnica de la perspectiva, que él dibujaba en una escala muy elaborada, simplemente a ojo, sin uso de sofisticadas matemáticas.
Una cierta dureza de los contornos, similar a la de los personajes de las esculturas de bronce podría indicar una formación inicial en el campo de éste tipo de esculturas. Fue el primero en introducir en el arte florentino la mezcla de arte sacro y profano que ya se practicaba previamente en Siena.
Ghirlandaio fue un maestro nunca satisfecho, y expresó en cierta ocasión el deseo de tener todos los lienzos de muralla de Florencia para cubrirlos de pinturas. Decía a sus asistentes en el taller que no rechazaran ningún encargo que les ofrecieran, aunque fuese para decorar un armario de señora, e incluso llegó a ejecutar personalmente trabajos de esa índole a pesar del descontento de sus aprendices. No fue sin embargo una persona ávida de dinero, como lo prueba la anécdota de la rapidez con la que renunció a un contrato extra referente a los frescos de la Capilla Ricci, ofrecido por el rico Tornabuoni.
Según Vasari, Ghirlandaio fué el primero en eliminar de sus pinturas el uso de los dorados, representando de modo realista cualquier objeto de los que convencionalmente se pintaban así; se pueden reseñar algunas importantes excepciones, como por ejemplo la luminosidad del paisaje en la Adoración de los Magos (Foto 4), expuesta actualmente en la Academia de Florencia, y que obtuvo mediante la utilización del oro.
Muchos de sus dibujos y estudios son de notable vigor gráfico y pueden contemplarse en la Galería de los Uffici. Uno de los grandes méritos de Ghirlandaio es el de haber iniciado en el arte a Miguel Ángel, el cual sin embargo no permaneció mucho tiempo en su taller. Francesco Granacci es otro entre sus alumnos mejor conocidos.
Estado de Conservación: Oxidación de pigmento del manto (lapislazuli). Restaurada en los años 1990.
Procedencia:
– Colección privada, España.
– Galería Theotokópoulos (Madrid)
Bibliografía de Referencia:
– Vasari, Giorgio. Le vite de’ più eccellenti pittori, scultori e architettori. 1550.
– Micheletti, E. Domenico Ghirlandaio, Florencia, 1992.
– Venturini, Lisa. “Il Maestro del 1506: la tarda attività di Bastiano Mainardi”, Studi di Storia dell’Arte, nª 5-6 (1994-5), pág. 123-183.
– Andreas Quermann, Ghirlandaio, serie dei Maestri dell’arte italiana, Könemann, Colonia 1998.
– Emma Micheletti, Domenico Ghirlandaio, in Pittori del Rinascimento, Scala, Florencia 2004.
Agradecimientos: a María Elizari y Pedro Ramón Jiménez (Galería Theotokópoulos).
A Everett Fahy presidente de European Paintings en el Metropolitan Museum of Art “in memoriam”