Nº Inventario: 3 E 30
Autor: Maestro de Ameyugo (documentado 1490-1510).
Tema: Quo Vadis, Domine?
Datación: Burgos, circa 1500.
Técnica y soporte: Óleo, temple y dorado al pan de oro sobre Tabla.
Medidas: 133 x 105 cm.
155 x 127 cm. (con marco contemporáneo)
Descripción y Comentario: La tabla representa una de las escenas más conocidas y representadas de la vida de san Pedro, aunque esté basada en fuentes textuales no canónicas. El texto apócrifo conocido como Hechos de Pedro, redactado en griego probablemente hacia el siglo II, relata cómo, en plena persecución de Nerón, el apóstol, asustado, decide huir de Roma, y escapa por la Vía Apia. Al salir de Roma se le aparece Jesús, cargado con una cruz. Pedro, entonces, interroga a Cristo con la conocida frase “Quo vadis, domine?”, literalmente “¿A dónde vas, señor?”, a lo que Jesús contesta que, como Pedro huye, rechazando el martirio, él ha decidido asumirlo de nuevo, y se encamina a Roma, a ser crucificado por segunda vez. El sacrificio de Cristo avergüenza entonces a Pedro, que vuelve a Roma y asume su martirio, que será ciertamente la crucifixión, pero boca abajo, para no equipararse a su señor. El artista compone la escena recogiendo la larga y fructífera tradición medieval. La puerta de una muralla, a la izquierda, coronada por torrecitas y pináculos de inconfundible sabor gótico, nórdico, evoca la ciudad de Jerusalén, de donde Pedro ha huido. El apóstol y Cristo se sitúan en primer plano, frontales respecto al espectador. El gesto de Pedro es de sorpresa, al ver aparecer a Jesús, mientras que este, totalmente vestido de blanco, como es habitual en las apariciones posteriores a la Ascensión, carga con gesto resignado la gran cruz de su martirio. Tras los dos personajes se despliega un amplio paisaje panorámico, concebido a la manera flamenca. Un camino lleno de recodos y salpicado de arbolillos, transita entre suaves colinas tapizadas de hierba, con laderas rocosas en el plano medio, a la manera eyckiana. El camino desemboca, al fondo, en el mar, surcado por varios barcos de vela y alguna pequeña barca de remos. El paisaje ha desplazado, así, al fondo dorado o de tipo más o menos abstracto habitual en épocas precedentes, y la representación de la realidad se abre camino en la pintura. El trabajo con pan de oro se mantiene, sin embargo, en los nimbos de ambos personajes, y en las ropas de san Pedro. El santo viste una túnica talar, que deja sus pies al descubierto, y un rico manto carmesí, orlado de perlas, que recoge sobre un hombro. La túnica se ha trabajado evocando un suntuoso trabajo de brocado. Aunque ahora se nos ofrece a la vista como una pintura de caballete, la estructura de la tabla demuestra que en origen debió formar parte de un retablo dedicado a san Pedro. El conjunto debió ser de dimensiones notables, puesto que la pieza que presentamos debió ocupar una de las “calles” o secciones laterales, probablemente acompañada por otras escenas narrativas flanqueando una imagen central de san Pedro entronizado o, tal vez, una talla del santo. Es probable que el retablo original hubiera ocupado el altar principal de alguna parroquia burgalesa, pues el estilo vincula claramente la pieza con la escuela pictórica derivada del Maestro de Burgos. Tanto el tratamiento del paisaje como el de las ropas, con abundantes pliegues de aspecto rígido, “almidonado”, nos hablan de la asunción, y adaptación, de las aportaciones de la pintura del nuevo realismo flamenco al contexto hispánico.
Para Pilar Silva, fray Alonso de Zamora es el autor de las obras que Post estudió bajo la denominación de Maestro de Oña, a diferencia de Gudiol que seleccionó para él el nombre de Maestro de Ameyugo.
Fray Alonso de Zamora fue un monje benedictino del monasterio de San Salvador de Oña (Burgos), responsable a finales del siglo XV y principios del XVI de un taller de pintura que no solo surtió de obras a este cenobio sino que trascendió el ámbito monástico. Seguidor de Alonso Sedano e influido por la estética flamenca e italiana (conserva reminiscencias de Antonello de Messina), su estilo se caracteriza por presentar rasgos anatómicos afilados. Su modelado es intenso y profundo, y sus figuras solemnes. Para Camón Aznar, los paños se pliegan en dobleces cilíndricos que se pueden considerar típicos de la escuela de Fernando Gallego. Tiene tendencia, según Gudiol, a desplazar las figuras de su fondo aproximándolas al espectador por un adecuado tratamiento de la tercera dimensión, aunque en algunos detalles la perspectiva resulta inhábil.
Como pintor, estuvo activo aproximadamente entre 1485 y 1510. Se le atribuyen importantes obras dentro del monasterio de Oña, donde profesó, y también de otros lugares dependientes de este cenobio, como el retablo del monasterio de San Pedro de Tejada, fechado hacia 1503-1506 y dedicado al santo titular. Actualmente está expuesto en el Museo de la Catedral de Burgos (Foto 1). En el monasterio de Oña permanecen los frescos del atrio y la decoración de los panteones reales, en la que abundan los motivos heráldicos. Pertenecieron igualmente al monasterio oniense las sargas sobre la Pasión de Cristo que decoraron el claustro (hoy en el Museo de Burgos) y un retablo dedicado a Cristo (actualmente en Espinosa de los Monteros). En la catedral de Burgos se conserva una Natividad de Jesús (c. 1500) atribuida a Fray Alonso y su taller (Foto 2).
Estado de Conservación: Buen estado de conservación, con leve oxidación de barnices.
Procedencia:
– Colección Privada, Barcelona (España).
Bibliografía de Referencia:
– Camon Aznar, J.,”Pintura Medieval Española”. Summa Artis, Vol. XXII.
Ed. Espasa Calpe. Madrid, 1973. Pág.:618.
– Gudiol Ricart, J., Pintura Gótica. Ars Hispaniae. Vol. IX. Ed. Plus-Ultra.
Madrid. Pág.: 373.
– Silva Maroto, P., Pintura Hispanoflamenca Castellana: Burgos y
Palencia. Ed. Junta de Castilla y León. Valladolid, 1990.
Agradecimientos: por su estudio a Ricardo Batista Noguera, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Sant Jordi, Barcelona, 1981.