
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
En el arte cristiano se han representado, fundamentalmente, dos momentos de la vida de Cristo: el Nacimiento, y su Pasión y Muerte. Es sin duda, la conmemoración del nacimiento de Jesús, el acontecimiento cristiano festejado con mayor énfasis. Entre los años 243 y 336 se reúne una asamblea de teólogos que determinan como día del “Christus Natus” el 25 de diciembre. Confirmando esta fecha, el papa Liberio, en el año 354. En los primeros tiempos de nuestra era, el nacimiento de Jesús fue un acontecimiento de tanta importancia para el mundo cristiano que se convirtió en un motivo ampliamente representado en pinturas y bajo relieves.
El momento del Nacimiento de Jesús acontece en un ámbito arquitectónico humilde y rodeado de un pequeño círculo de gentes sencillas, por ello este hecho o momento, puede representarse en un reducido espacio de una vivienda, ajustándose perfectamente al espacio y medios de que se disponga, dando lugar a lo que se conoce como belén, pesebre o presepe. Admite así mismo, representarlo en un momento o zona geográfica diferente a la que aconteció. Se sabe de la realización de belenes a partir ya de la época paleocristiana, llegando al año 1223 cuando San Francisco de Asís en Greccio (Umbria) coloca en un pesebre una imagen del Niño Jesús entre otras dos imágenes de la Virgen María y San José, acompañados de una mula y un buey vivos. La escena evoluciono y dio lugar a la sustitución de los personajes reales por tallas de madera policromada de tamaño natural, así se inicia la costumbre de poner un Nacimiento o un Belén, que se extendió por varios países de Europa alcanzando su esplendor y máximo apogeo en el reino de Nápoles en el siglo XVIII. Estas representaciones sacras conocieron gran difusión, más tarde, con la instalación de escenas de Navidad en gran parte de las iglesias católicas. Pero, como hemos afirmado, esta afición por construir belenes se inicia, sin duda, en el siglo XVIII en espacios cortesanos. Más tarde, y progresivamente, se hizo extensiva a niveles de la población más humildes. El centro de mayor creatividad, en cuanto a la realización de belenes, se sitúa en Nápoles. Siendo el Rey el que impulsa en su residencia, la realización de un Belén monumental ideado por sus escenógrafos, con figuras realizadas por escultores y vestidas por modistos del Rey. Esta afición hacía el belenismo pronto traspasa fronteras a otros territorios como Roma, Portugal, Baviera, Murcia, Valencia, Cataluña y la propia corte en Madrid.
Carlos III, hijo de Felipe V y de Isabel de Farnesio, llega como virrey de Nápoles en el año 1734, tras conseguir la victoria de Velletri y consolidar el reino de Nápoles y Sicilia, pasa a ser monarca reinante. Contrae matrimonio en 1738 con María Amalia de Sajonia, e inicia el montaje de un Belén constituido por numerosas figuras. Monarca de profunda religiosidad, montaba en su palacio su propio pesebre. Su afición por el arte, hacen suponer que en su colección tendría las mejores figuras, obra de los mejores artistas del reino. El rey disponía de un grupo de arquitectos y escultores que montaban el presepe en navidad. Es “El Belén del Principe” que en el reinado de Carlos IV (1788-1808) recibió nuevas adquisiciones de escultores españoles. Como consecuencia de este singular acontecimiento, toda la nobleza y la alta burguesía de ricos comerciantes, terminan imitando esta afición. Con ello el Belén pasó de ser una expresión religiosa a laica.
LAS FIGURAS O PASTORI
Las figuras del Belén Napolitano desde su época de esplendor hasta nuestros días, son de 30 a 45 cm de altura, con un cuerpo formado por un esqueleto de alambre forrado de estopa, y ésta fuertemente sujeta con cuerda. La cabeza es de terracota policromada amarrada al esqueleto de alambre. Los ojos de cristal contribuyen a dar mayor viveza y expresividad. Las extremidades de madera o terracota policromada pueden adaptarse a diversas posturas. Los vestidos con toda clase de telas están sujetos con alfileres a la estopa del cuerpo.
Cada una de estas representaciones humanas que formaban el conjunto del Belén Napolitano reciben la denominación en italiano de “pastore”. Una vez terminada la cabeza de la figura, con la personalidad definida por su autor, pasaba a manos de modistos que la vestían, según el carácter que el escultor quería darle, utilizando telas de terciopelo, seda, algodón y paño. Más tarde las figuras pasaban a manos de joyeros y plateros que las adornaban con pendientes, collares y todos los suplementos que complementaban el carácter del personaje.
Las manos de las figuras se tallaban para que la posición de los dedos pudiera cumplir una misión: tocar un instrumento, portal un cesto o un bastón etc. La misión de estos accesorios o complementos, llamados en Italia “finimenti”, era fundamental para dar el toque o remate final a los personajes. Estos finimenti se realizaban en cera, terracota, madera, etc. buscando el mayor realismo posible.
Para que las figuras se sujetaran de pie sin necesidad de peanas, se ideó el sistema de hacerles dos orificios en las plantas de los pies en los que se insertaban unos clavos que se hincaban sobre la base de corcho del decorado.
La Sagrada Familia y los tres Reyes Magos si debían ser del mismo autor o escultor, pero se sabe que ningún maestro escultor realizaba por si solo un pesebre completo. De esta manera, el estilo propio de los diferentes autores y el carácter que quisieron dar a cada una de sus figuras se traducen en una gran variación en la expresión, fisonomía, carnaciones, peinado, etc. Gran parte de los artistas de renombre que creaban grandes obras escultóricas en mármol, se dedicaron también a modelar en barro las cabezas de los pastori , entre los que destaca Giuseppe Sanmartino (1720-1798), maestro de un gran número de autores, que heredaron el verismo y la viveza que Sanmartino imprimía a sus obras. Entre sus alumnos destaca Giuseppe Gori, Lorenzo Mosca, Francesco Celebrano, etc.
Otros artistas se especializaron en la realización de figuras de animales para el Belén Napolitano. Suelen estar hechas en terracota en su mayoría, y otras menos numerosas talladas en madera. Las que son de terracota suelen tener las patas de madera. Tienen siempre los ojos de cristal que las hace realmente vivas. Los animales más representados son domésticos y de corral, como cabras, ovejas, vacas, bueyes, conejos, gallinas, pavos, cerdos. Pero además de los animales domésticos y de corral, el Belén Napolitano se compone también de figuras de animales exóticos como elefantes, monos, leopardos, leones, ciervos, papagayos, etc. que forman parte del cortejo real. Un animal cuya presencia en el Belén Napolitano es imprescindible es la búfala, pues no en vano la tradicional mozzarella se elabora con su leche.
Mención aparte merece la escenografía del presepe napolitano del siglo XVIII. Pintores de renombre hicieron los fondos para los grandes pesebres. La representación tradicional del Belén Napolitano consistía en un gran decorado que imitaba un paisaje abrupto o rural en el que se representaba la Anunciación a los pastores, un templo clásico semiderruido como símbolo del fin del paganismo en donde se situaba el Nacimiento, y un paisaje urbano con la taberna como centro de la vida social.
COLECCIONISMO
Numerosas colecciones se exponen hoy en día en todo el mundo, destacando la del National Museum de Munich, que es sin duda la colección más importante en número de figuras, donada por el banquero suizo Schmederer en 1950. En el Museo de la Certosa en Nápoles existe una sección muy importante dedicada al Belén Napolitano con figuras de la colección Perrone y un belén completo donado en 1879 por Michele Cucinello. En el Palacio Real de Caserta se expone un belén de la corte. Además, numerosas colecciones particulares de Nápoles contienen piezas de gran calidad. Son dignas de mención las colecciones de Leonetti, Ricciardi, Castello, etc. En Estados Unidos existen dos nacimientos importantes en Pittsburg y en el Metropolitan Museum de Nueva York formado por la colección de Loretta Howard.
En España es obligado citar el Belén Napolitano del Museo Salzillo de Murcia y el del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, cuyos fondos se han enriquecido con la adquisición de sendos Belenes Napolitanos reunidos por los hermanos Carmelo y Emilio García de Castro Márquez. Es interesante también la colección de la Fundación Bartolomé March Cervera, expuesta en los sótanos de su palacio en Palma de Mallorca.
BELÉN NAPOLITANO DE LA COLECCIÓN DAMAR
El Belén Napolitano o Presepe de la colección Damar está compuesto en la actualidad por 370 figuras, 208 humanas y 162 animales. Según la tradición, el númer de figuras humanas debe doblar al de animales. Es un Belén ecléctico, ya que reúne “pastori” desde el siglo XVIII (Settecento) hasta nuestros días. De manera que podemos encontrar maestros escultores de finales del settecento o inicios del ottocento, como Francesco Celebrano (1729-1814), Lorenzo Mosca (documentado 1760-1789), Nicola Ingaldi (activo 1701-1750) , etc, hasta escultores contemporáneos de primerísima línea, como Ulderico Pinfildi o Giuseppe Ercolano. En animales, también reúne una amplia colección de animales de escultores del settecento como Francesco Gallo (s. XVIII), hasta, igualmente escultores de primera fila de nuestros días, como los anteriormente citados y Alfredo Molli, Antonio Cantone, Ugo Esposito, Alfedo Scialó, etc.
Además, el Presepe Napolitano de la Colección Damar se compone de más de 400 accesorios “accesori” que contribuyen a dar esplendor y belleza al conjunto.
La finalidad, desde sus inicios, fue formar un presepe napolitano tal y como se realizaba en el settecento (siglo XVIII), pero que no estuviera cerrado a figuras únicamente del settecento, sino abierto también, a escultores de todas las épocas, incluso contemporáneos, que siguieran trabajando de la misma manera y con el mismo estilo que se realizaba hace ya más de 200 años. El resultado es un conjunto homogéneo, que una vez expuesto, se hace difícil diferenciar los pastori de del siglo XVIII, con los del XIX, o XX y XXI. Sólo aquellos profesionales o coleccionistas más expertos pueden distinguir o diferenciar las piezas de las distintas épocas.
La ayuda inestimable de un escenógrafo de la talla de José Fructuoso, contribuye a realzar la belleza del conjunto, dándole un toque de distinción muy “napolitano”, inspirado en escenografías del settecento y ottocento.
El conjunto se puede exponer en un espacio reducido a 9-10 metros de frontal, por unos 3 metros de profundidad, con tres ambientes claramente diferenciados. A la izquierda del espectador, se representa la Anunciación a los Pastores, en un ambiente rural, con sus vacas (mucche), ovejas (pecore), cabras (capre), búfalas (productoras de la leche para la realización del queso mozarella). En el centro, la Natividad sobre las ruinas de un palacio pagano con el Cortejo Real y la Adoración de los Magos. Y, por último, a la derecha, en una escenografía urbana, la “Taverna” (taberna o posada), como centro neurálgico de la vida social napolitana, con sus mesas llenas de viandas y vinos, animales domésticos merodeando a su alrededor, y su “Mercato” espectacular, con un derroche de color en sus representaciones en cera de frutas, verduras, pescados, carnes, huevos, quesos, frutos secos, pasta, cerámicas, etc.