Nº Inventario: 1 I 34
Autor: Anónimo.
Tema: Madonna con Bambino.
Datación: Escuela Toscana (Siena), circa 1400.
Técnica y soporte: Pintura al Fresco transferida a lienzo (Strappo) sobre Madera.
Medidas: 130 x 80 cm.
Descripción y Comentario: Madonna con Bambino transferidos a lienzo y sobre un soporte de madera con la técnica del Strappo.
El strappo es una palabra italiana que da nombre a la técnica de arranque de la superficie cromática de una pintura mural, con la que se consigue separar la película que forma la pintura del rebozado del muro posterior donde se encuentra.
Este traslado se ha realizado desde la antigüedad. Vitruvio relató cómo en el año 59 a. C., algunas pinturas habían sido sacadas de muros cortando los ladrillos y colocadas en marcos de madera para ser llevadas al Comitium a Roma. El arqueólogo Amedeo Maiuri encontró pinturas murales en bastidores de madera en las excavaciones en Pompeya, como precursor de la extracción, casi masiva en época más moderna, que comenzó a efectuarse a partir de los siglos XVIII y XIX, a veces con fines especulativos por parte de coleccionistas particulares.
El proceso consta de varias partes:
Primero, se procede a la limpieza del muro o superficie donde se encuentra la pintura, deberá hacerse con cuidado para librar la pintura de restos de polvo, cal o retoques de pintura superpuesta. Una vez limpia toda la zona, se realiza el asentamiento del color con un fijador que no sea orgánico y que altere lo menos posible los colores originales. Antiguamente se hacía con goma laca descerada o polímero acrílico; actualmente algunos restauradores utilizan resina epoxi.
Segundo, se preparan gasas y telas de algodón empapadas en cola orgánica caliente soluble en agua. La selección de las telas y de la cola debe ser bien estudiada para asegurar el éxito de la operación. Con estas telas se cubre la pintura que se desea arrancar; es necesaria su aplicación uniforme sin dejar huecos entre las telas y la pintura, y que se adapte perfectamente a las irregularidades que pueda presentar el muro, para que en el momento de su arranque (strappo) no quede ningún resto de pintura. Algunas veces tienen que ponerse de dos a tres capas de telas encoladas para conseguir una fuerza de adhesión superior a la que existe entre la pintura y la pared.
Cuando las capas estén secas, se procede al strappo de manera lenta y cuidadosa. Se levanta tirando de un lado de la tela, a veces con la ayuda de una espátula, para conseguir que arrastre la capa de pintura y poder así enrollarla progresivamente, para hacer más fácil el arranque.
Una vez extraída la pintura, se procede a extender la capa soporte sobre una superficie plana, y siempre por la cara de la capa donde está la pintura. De esta forma se pueden desprender fácilmente los restos de cal o rebozado del muro que pudieran haberse quedado enganchados. A continuación, se aplica una gasa y una arpillera o tela de lino empapada en una solución de cola de caseinato cálcico insoluble en agua.
Una vez trasladada la pintura al nuevo soporte para su correcta adhesión, con ayuda de agua caliente se arrancan las telas de la parte central que se habían colocado para su extracción.
La escuela de Siena agrupa al conjunto de pintores allí establecidos desde los primeros años del Trecento. Caracterizados por una metodología diferenciada de Giotto y de la escuela florentina, más inspirada en los modelos y la técnica a la «maniera greca», los sieneses también lograron formular el tema del espacio pictórico. En lo formal, se identifican por mostrarse ajenos a los problemas técnicos o de proporciones, que se manifestó en la estilización y el amaneramiento (‘manierismo’) de las figuras, así como en el uso de los fondos ornamentales dorados y una gama de colores subjetiva; todo ello proporcionaría un notable lirismo a las composiciones de esta escuela. Una visión amplia cubriría cuatro siglos de producción, entre 1251 y 1650, aunque concebida en su conjunto más como ámbito geográfico que comunidad de estilos o escuela propiamente dicha.
La ciudad de Siena tuvo su máximo esplendor entre finales del siglo XII y la primera mitad del siglo XIV cuando constituyó una potencia política y económica que rivalizaba con Florencia. Siena fue siempre una ciudad gibelina, en contacto permanente tanto con las fuentes bizantinas del arte italiano, como con el estilo cortesano del otro lado de los Alpes, lo que modeló la sensibilidad para lo ornamental que caracteriza el arte de esta ciudad.
Los pintores sieneses en torno al 1400 y que dejaron sus trabajos durante la primera mitad del siglo XIV fueron; Domenico di Bartolo, Martino di Bartolomeo, Benedetto di Bindo Zoppo, Gregorio di Cecco, Giovanni di Paolo, Maestro de la Osservanza, Sano di Pietro, Stefano di Giovanni (‘Sassetta’) y Lorenzo di Pietro (‘Vecchietta’).
Estado de Conservación: Bueno, con perdidas.
Procedencia:
– Colección privada, Londres.