Nº Inventario: 3 E 23
3 E 24
Autor: Juan de la Abadía (documentado 1470-1498).
Tema: Abrazo en la Puerta Dorada.
Presentación en el Templo de María.
Datación: Huesca, 1470-98.
Técnica y soporte: Óleo sobre Tabla.
Medidas: Abrazo en la Puerta Dorada; 61 x 39 cm. (67 x 44 con marco)
Presentación en el Templo; 64 x 38 cm. (69,5 x 43 con marco)
Descripción y Comentario: Dos escenas de un mismo retablo, representando el Abrazo de Santa Ana y San Joaquín delante de la Puerta Dorada y la Presentación en el Templo de la Virgen María.
San Joaquín y Santa Ana, de avanzada edad, no tenían hijos, lo que les causaba una gran tristeza, al considerarlo como una muestra de rechazo por Dios. Tras descubrir Ana que, inesperadamente, está embarazada, ambos se encuentran y se abrazan ante la Puerta Dorada de Jerusalén. En la representación visual de la escena suelen incluirse otros personajes anónimos y el entorno arquitectónico. Para evidenciar el gozo que al matrimonio causa la noticia, y el amor que se tienen, se les suele representar en actitud de darse un abrazo, más raramente un beso. La representación de Joaquín y Ana que se encuentran ante la Puerta Dorada es un tema relativamente frecuente en el arte cristiano. Procedente de una escena de los evangelios apócrifos (especialmente en el Protoevangelio de Santiago), forma parte de algunas series de la vida de la Virgen.
La presentación de María o de la Virgen, o Consagración de la Virgen María, son denominaciones de una festividad litúrgica cristiana (21 de noviembre, particularmente importante en Oriente, al ser una de las «doce fiestas» que marcan el año litúrgico), basada en un episodio de los evangelios apócrifos y la Vida de María, de Epifanio el Monje; y un tema artístico relativamente frecuente en el arte cristiano. El origen de la piadosa tradición surge del llamado Protoevangelio de Santiago, según el cual la Virgen María fue llevada a la edad de tres años por sus padres, San Joaquín y Santa Ana, al Templo de Jerusalén, junto a otras doncellas. Se describe la entrada de las niñas en el templo, portando lámparas, y la particular recepción de María por el sumo sacerdote (denominado Yodae o Baraquías en la Vida de la Virgen de Epifanio el Monje), que profetiza su misión en la redención y la sitúa en un lugar de privilegio («la tercera grada del altar»). “Y, cuando la niña llegó a la edad de tres años, Joaquín dijo: Llamad a las hijas de los hebreos que estén sin mancilla, y que tome cada cual una lámpara, y que estas lámparas se enciendan, para que la niña no vuelva atrás, y para que su corazón no se fije en nada que esté fuera del templo del Señor. Y ellas hicieron lo que se les mandaba, hasta el momento en que subieron al templo del Señor. Y el Gran Sacerdote recibió a la niña, y, abrazándola, la bendijo, y exclamó: El Señor ha glorificado tu nombre en todas las generaciones. Y en ti, hasta el último día, el Señor hará ver la redención por Él concedida a los hijos de Israel.”
Estas dos tablas o escenas, proceden de una colección privada de Barcelona. Aparecen publicadas en Pintura Gótica Catalana de Josep Gudiol y Santiago Alcolea i Blanch de ediciones Polígrafa, S.A., en 1986, atribuidas a Pedro García de Benabarre ( pág.: 442, figura 947). En el momento de su publicación, formaban parte de un conjunto de cuatro compartimentos que anteriormente habían formado parte de un retablo dedicado a la Virgen. Además de estas dos escenas, se encontraba una escena de la Anunciación a San Joaquín y otra del Nacimiento de la Virgen. Todas ellas formando parte, como hemos dicho antes, de una colección privada de Barcelona. En el 2016, se le atribuyeron a Juan de la Abadía por su similitud estilística, de personajes y arquitecturas, con obras de este autor en los retablos; de Santa Catalina, originariamente en Huesca en la iglesia de Santa Madalena, y con el retablo de Santa Quiteria en la iglesia parroquial de Alquézar (Huesca) (Fotos 1,2 y 3).
Juan de la Abadía “el Viejo” fue un pintor español activo en tierras aragonesas, encontrándosele bien documentado en la zona de Huesca entre 1470 y 1498, año que se supone de su muerte. Con él colaboró su hijo, Juan de la Abadía “el Joven”, con quien llegaría a contratar algunos retablos después de 1490. Su estilo se encuadra en el gótico hispano flamenco, influido por Jaume Huguet y Pedro García Benabarre, por lo que se le ha supuesto un posible origen catalán. Entre las obras documentadas se encuentran los retablos de Santa Catalina (1490) de la iglesia de la Magdalena de Huesca, actualmente disperso, el del Salvador en la ermita de Broto, conservado en el Museo de Zaragoza (Foto 4) y el de Santo Domingo en Almudévar (Huesca), por el que fue conocido como Maestro de Almudévar hasta su correcta identificación por Ricardo del Arco y Garay.
Estado de Conservación: Restauradas en el 2016.
Procedencia:
– Colección Privada, Barcelona.
Bibliografía de Referencia:
– Gudiol, J. y Alcolea i Blanch, S. “Pintura Gótica Catalana”. Ed. Polígrafa, S.A. Barcelona, 1986. Págs.: 189 y 442, figura 947.
Agradecimientos: A Antoni José Pitarch y a Mª. Antonia Alsina.